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La Concha

Psicografía, el arte de meditar -y curarse- escribiendo


"A veces, cuando escribo, me hago el amor. Y el universo me besa desnuda a mí. Palabras me llegan como caricias, mis manos que recorren estrellas, y los planetas dentro de mí me hacen eterna".

La Concha

¿Qué tan seguido escribe a mano? Y no, no hablo de hacer una lista de interminables tareas diarias o apuntar un teléfono en una servilleta, me refiero a dedicar todos los sentidos a la práctica de escribir a mano. El postmodernismo, y su advenimiento de la mano con el mundo digital, movió al canastro de ropa sucia una práctica que era muy común hace no más de medio siglo, escribir a mano. Hace poco leí en algún artículo sobre como el simple hecho de escribir a mano activa las áreas cognitiva, motora y visual, además de un sinfín de redes neuronales. Lo que poco se sabe, o si quiera se indaga, es que el arte de escribir a mano permite entrar en contacto con nuestros cuerpos sutiles llevándolos a estados de meditación plena.

Yo me he curado escribiendo, lo practico con celo. He usado una pluma como jeringa, mi sangre como tinta y las palabras como mi propia medicina. La psicografía o escritura automática, es una técnica de meditación –sí alien, meditación- que permite abrir portales de comunicación con el inconsciente. Es esplendida por cuanto guía y ayuda a encontrar respuestas que son enviadas por el Poder Superior –llámelos maestros, Dios, Satán, Buda, cualquiera sea su piedra filosofal-. La escritura automática es además, una forma antigua de obtener información a través de la clarividencia, un estado alterado de conciencia donde el escritor canaliza información a través de su Poder Superior y/o Mundo espiritual. En algunas ocasiones, estos mensajes son recibidos de manera consciente, otras, de manera inconsciente, el receptor o escritor no es siempre consciente de lo que está plasmando sobre el papel. Estos mensajes llegan a través de la mano y pueden ser plasmados sobre la superficie que uno desee. La escritura automática se convierte así en una herramienta de sanación particularmente útil si se está buscando una perspectiva diferente sobre algo o si se desea una respuesta sobre algún tema en especial. Personalmente, la gran mayoría de veces no hago preguntas sobre algún tema, permito que lo que deba llegar a mí, el mensaje que deba recibir, simplemente llegue, en el momento que sea necesario.

La escritura automática no da cabida a la racionalización ni a los juicios de valor. Por lo anterior, es importante considerar algunos puntos para hacer provechosa esta práctica. La pluma o utensilio que se vaya a usar para escribir debe moverse con total libertad, física y mentalmente. Debe ir rápido, no debe seguir un ritmo ni atender a la lógica. Si uno quiere, se puede cerrar los ojos, esta práctica implica el libre y desapegado curso del mensaje a través de la mano y la pluma como elemento para registrar. Una vez adentro del estado de meditación, el flujo de ideas empieza a materializarse de forma automática, rápida e intuitiva. Así, la escritura empieza a fluir sin esfuerzo, uno no sabe exactamente qué está escribiendo. Una vez terminado el ciclo de escritura automática, el mensaje se lee. Se pueden encontrar frases completas. Otras veces solo palabras. El mensaje puede ser poético o absolutamente directo. Puede haber también analogías o, como casi siempre me pasa a mí, ser un código secreto que solo yo entiendo –jajaja-, es decir, el mensaje es claro para mí.

El estado necesario para que la escritura automática surta el efecto deseado puede variar de acuerdo a cada persona. Tengo claro –y esto es personal- que el estado que yo necesito es el mismo que cuando hago cualquier meditación. Para mí, cuando hago escritura automática es lo mismo que cuando uso mis cartas de tarot o cuando leo, necesito entrar en un estado de total relajación, paz y encuentro; es mi cita de amor del día conmigo misma. Me he acostumbrado a entrar en este estado sin mucho esfuerzo, tal vez porque lo hago seguido y le he cogido la comba. Como voy a usar todos mis sentidos pues necesito despertarlos y ponerlos al servicio de la escritura automática. Entonces, pongo algo de música clásica, prendo velas, un vaso de agua a mi lado, esencias florales, alguna planta o animal cerca y me tiro por el acantilado eterno de mi subconsciente. Hay ayudas útiles que se pueden seguir a modo de que la escritura automática sea todo lo provechosa posible. A continuación les comparto algunas que me funcionan.

  • Empiece poniéndose un tiempo límite –a mí me va bien empezar con los 10 minutos-.

  • Mientras se adentra en la práctica, intente usar siempre la misma pluma y úsela exclusivamente para este fin.

  • La escritura automática funciona mejor en un estado de relajación y calma. A mí me funciona hacer ejercicios de respiración antes de empezar y tomar suficiente agua –ojo, no bastante, la suficiente, no quiere uno quedarse dormido sobre sus propias visiones y papel ja ja ja-.

  • Tomar algún té como de menta o de tila funciona.

  • Es mejor estar en un estado de lucidez total antes de empezar. Por eso, mejor evitar el alcohol o las sustancias alucinógenas –esas déjelas para la fiesta, ahora estamos en otra onda-.

  • La práctica de la escritura automática debe ser una meditación para alcanzar estados de vibración alta. Si no fluye, si no se conecta, si lo está haciendo sentir incómodo, pause y déjelo para otra ocasión. Con esto quiere decir que no se puede forzar ni el mensaje ni su llegada. La información, como los amores y las cartas de extranjería, llegan en el momento en que deben llegar.

Avanti brujos, que la magia y la mística los acompañe.


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