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¿Cómo vivir en la tierra de 'yo hago la mía?


Y no, no voy a hablar de política –ya hay suficientes matándose por el tema-, hablaré de una premisa que sin duda ha trascendido todas las esferas sociales, incluso la política, la ‘corriente espiritual’ del ‘ir por la mía y hacer la mía’, la ideología de sociópata.

No sé realmente a qué le debemos tan arraigada y materialista forma de pensar, algunos dirán que es una forma de reafirmar nuestra ‘sociedad’ después de siglos de sometimiento extranjero –como si ya no existiera-; otros que es el desarrollo del instinto de supervivencia en medio de una sistema precario y deshumanizado a todo nivel. ‘Acá enfermarse es una muerte segura’, comentarios así oye uno a diario y reflejan un poco la dinámica de nuestra colectividad. Pero bueno, como dije al principio a mí el tema que me apremia hoy no es el de nuestro sistema de salud, me atañe más lo que subyace a todo esto, nuestra manida, resabiada y jodida manera de pensar, el ‘ir por la mía’.

Y no quiero juzgarlo amigo lector, yo también me levanto todos los días y, de una u otra forma, voy por la mía y salgo a hacer la mía, cosa que no celebro pero que definitivamente, más que mutar, debe re plantearse.

Yo oigo esta expresión por todas partes, es como un mantra colombiano, se convirtió en un comodín comunicativo y de accionar; casi todo lo que hace esta sociedad está basada en esta verdad ‘categórica’ que poco a poco ha ido matando valores sociales como el bien público –para meterle política a la cosa-, y humanos como la empatía y la compasión. Y es una locura porque de inmediato entramos en la lucha antagónica de qué fue primero –y es-, ¿la materia o la idea? Yo, como todos los mortales corrientes, me debato día a día entre cómo dejar de ser una déspota que va tras sus sueños y cómo lograr que estos sueños me den para vivir y ayuden a vivir a otros, una dicotomía que me tomo muy en serio porque olvidarme de alguna de las dos partes me enloquece como ciudadana y sobre todo como ser humano.

Platón fue el primero en hablar de las ideas, aquella corriente filosófica que estableció la realidad como ideas, todo lo que existe nació de una idea, por allá en el siglo XVII. Como todo natural equilibrio, llegó la contraparte, el materialismo, la respuesta filosófica a la primera y que también tiene mucho sentido, la Conciencia deriva de la materia. Y ninguna tiene que ir primero que la otra, en el universo todo es una armónica dialéctica, el Sol y la Luna no pelean, cada cual alumbra en su momento. La realidad está creada por las vagas y profundas ideas que yacen en el subconsciente, la idea que se tiene de la realidad es la forma como se percibe y esta percepción es el modo como la misma realidad se manifiesta y así sucesivamente, es un proceso cíclico más no lineal, la realidad vuelve a su punto de origen siempre.

Habiendo dicho lo anterior y ya sabiendo que el tema es suavizar las diferencias, ¿qué le queda a uno como ser humano, como ciudadano, como hijo, como padre, como funcionario público, etc.? Pues amigo, haga la suya y que la suya haga por la del otro, es decir, por la de los demás, hasta utópica la vaina, ¿no? Yo no pretendo cambiarle el chip sobre si su trabajo o filosofía de vida es lo suficientemente altruista como para dejar este mundo mejor de lo que lo encontró, solo trato de ponerlo en un contexto de auto examen (sea usted papá, hijo, funcionario público, actor, ladrón, lo que sea), necesario de vez en cuando y por qué no, apaciguador, ¿’la suya’ ayuda o no ayuda? Y es que después de mucho analizar la cosa, lo único que ha traído está brillante doctrina de 'hacer la mía' es terror, ¿no me cree? Le presento al niño abusado que en su adultez se convirtió en abusador, le presento al servidor público que no solo se la roba toda sino que no termina de arreglar la calle, le presento a ladrón al que dejan robar en la calle ante la mirada de todos los transeúntes, vivimos en una auténtica pista de Mario Kart.

Como adultos y padres ¿qué se le está diciendo a los pelaos, que vayan por la de ellos y listo? La sociedad está en un punto de quiebre donde muchos de los pilares sobre los que se ha levantado se están cayendo uno a uno, y no porque sean malos, simplemente ya no responden a las exigencias que ella demanda ahora, y hablo de exigencias económicas y políticas como espirituales –y acá más de un capitalista abandonará el blog-, de la ideas que están formando nuestra realidad, desde los modelos económicos hasta la forma de interacción. Muchas filosofías y movimientos que antes se creían inquebrantables hoy no son más que efemérides históricas, como dicen por ahí, ‘más de un imperio se ha caído y el mundo no se ha acabado’, ¿por qué no mutar esta idea -y moda lingüística- de ‘ir por la de uno’ solamente y más bien ‘ir por la de todos’? Y amigo utilitarista, si le sueno muy hippie pues se le busca la comba, ¿por qué la suya no empieza a ir por la de los demás también?

Yo no hablo de irse al monte budista a hacer meditación por la paz mundial –al mejor estilo de reina de belleza-, hablo de empezar a manejar un lenguaje –verbal y de acciones- más empático y armónico, uno donde la mía no pelee con la de todos y sí la enriquezca. Puede sonar muy idealista la cosa pero en realidad veo que todo es producto de la suciedad mental en la que uno está envuelto, la cochinada del 'YO'. Y acá más de uno se preguntará ¿cómo uno se aparta del 'YO' para que se manifieste la conciencia colectiva? Pues haciéndolo (para ser buen conductor hay que conducir), hacer más cosas que alimenten esa conciencia colectiva, una donde el 'YO' solo se manifieste para enriquecerla. Tratar de ayudar a diario desprendiéndose de la necesidad de controlar el resultado final (uno da las monedas, el otro ya mirará si se fuma el ladrillo o si ahorra para salir del hueco- mátenme políticos-), ceder el paso y dejar que el otro que va llevao llegue a tiempo antes de que le cierren el banco, participar en iniciativas comunitarias donde, desde la gran luz personal de cada uno, se pueda aportar algo más que un edificio y consumo de hidrocarburos, decirle a los hijos que busquen ser felices ayudando a ser felices a otros, ser entes activos ante las injusticias –por favor, ésta es la que más jodidos nos tiene-, ser amigable con el proyecto de vida, que el sueño de uno se haga realidad pero que éste ayude también a la manifestación de los de los demás, que la colectividad se mejore gracias al gran aporte personal.

Espero no haber incomodado más sí que hoy cuando cada quien vaya a su casa ceda el paso. No maté a nadie ni acabé con ninguna empresa ni monje budista, ¡haga la suya y ayúdeme a hacer la mía!


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