Hay un corral, cuatro hermanos sin mucho que hacer, la falta de ocupación hace que sus instintos más primitivos se apoderen de ellos; los niños han asesinado a su hermana, tal como aprendieron a degollar una gallina; esta es la historia de La gallina degollada, uno de los 18 relatos que hacen parte de la antología Cuentos de amor de locura y de muerte del uruguayo Horacio Quiroga.
Hubo quienes sugirieron, tras su publicación en 1917, poner una coma en el título, el autor por decisión propia se abstuvo de hacerlo, un punto importante que vale resaltar pues otro mambo bailaríamos, al menos literariamente (¿o no?).
La obra fue escrita en la selva (algo de lo que me enteré leyéndola acá gracias al dueño del libro), en la soledad del escritor, muy lejos de los textos que había leído durante sus años de estudio.
Cuentos de amor de locura y de muerte es una oda a la piedra angular de la naturaleza humana, la muerte. El autor recrea este concepto de manera sombría y en una latente epifanía del mismo describe con gran obsesión temas como la humanización de los animales, éstos llevan a los protagonistas a socavar su propia voluntad hasta el punto de permitir que sus inclinaciones más bajas gobiernen sobre ellos en un relámpago de total ausencia de humanidad y empatía.
En La gallina degollada el tema central es la insensibilidad y el endurecimiento del hombre pues en un instante de embeleso nebuloso cuatro hermanos deciden acabar con la vida de un integrante de su familia, su hermana, la que consideraban ‘no era como ellos’.
El amor de locura aparece en El solitario, la historia de un hombre trastornado con su trabajo como joyero que decide matar su esposa clavándole un alfiler en el corazón, así era la demencia emocional de la que Quiroga gustaba hablar, la misma que un día lo llevo a quitarse la vida tomando un vaso de cianuro.
Otros cuentos que hacen parte de esta recopilación son Nuestro primer cigarro, Una estación de amor, La muerte de Isolda, El alambre de púa y Los buques suicidantes entre otros.
Los cuentos de Horacio Quiroga seguirán siendo de mis relatos favoritos, siempre perturbadores y fantasmagóricos, el papel tapiz de su lóbrega y misteriosa existencia. Si se topa este ejemplar por ahí (yo lo encontré en la maleta de un amigo) y quiere leer algo que estremezca su lunático espíritu no deje de leerlo. ¡Viva Quiroga!