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Una dedicación para ti que llegaste, sigues llegando y llegarás


Y los maestros de la antigüedad prometieron la vida eterna. Nuestra mente está condicionada por los factores del tiempo y el espacio, crees que este artículo es real pero la verdad es que no lo es, hubo un tiempo en que este escrito no existía y habrá un futuro en que no existirá, tal parece amigos que el único regalo que nos da la perfección del presente es este instante no más.

Muchas de las páginas de las grandes obras de Nostradamus fueron enviadas directo a la hoguera porque ponían en evidencia la idea de la no temporalidad del alma, estamos, no estuvimos ni estaremos pero seguiremos estando como una estela. A pesar de ser borradas del mapa, las ideas contenidas en las obras de este pensador perduraron en el tiempo y se mantienen aún vivas.

Sabemos entonces que nuestra esencia más pura transciende cualquier época y lugar, nuestro ‘yo’ lo llevamos como un código, codificado en lo más profundo de la psiquis, no podemos responder con palabras al hecho de definir quiénes somos, pero en lo más oscuro de nuestra mente y de nuestro ser conocemos la respuesta, nunca la hemos perdido y esta misma será eterna y no morirá; cambiará la forma de manifestación, los factores de lugar y tiempo (que ya hemos desmitificado) también cambiarán y hasta es posible que recordemos en aquel futuro perfecto este presente, el hecho concreto es que la esencia, que no es otra cosa que la misma existencia y el Todo existiendo en todos no morirá, existirá siempre porque este instante es eterno, el presente.

Nuestros pensamientos una vez nacen hacen parte de la materia universal del cosmos, ellos en algún momento logran manifestarse en el plano físico. A veces estos pensamientos se materializan con mayor prontitud, en otras ocasiones les toma más tiempo pero lo que sí es seguro es que de una u otra forma se manifestarán y serán efecto de alguna causa, aquellos que se cruzan fueron pedidos de nuevo o por primera vez, nada está tirado al azar, este reino del amor no da cabida a la coincidencia (así a veces parezca).

Dedico estas palabras a los eternos viajeros que de una y otra logran construir un camino para poder encontrarse, a las almas que una vez aciertan sus miradas parecen unidas con aquello que los japoneses y chinos llaman 'el hilo rojo' (chino: 紅線; japonés: 赤い糸).

La siguiente poesía fue escrita por Linda Goodman, la gran astróloga que en su libro Goobers expuso los conceptos básicos de la Astrología y la Reencarnación. En resumidas palabras el texto habla de las almas gemelas que han recorrido numerosos caminos durante varias vidas, todas ellas simbolizadas por los diferentes planetas, hasta alcanzar una alquimia perfecta donde se fusionan y se hacen plenas.

Los Planetas

Hemos librado una guerra prolongada y cruel

mi alma gemela y yo.

Mi alma gemela y yo,

perdidas y solitarias, ángeles caídos, desterradas

de una brumosa, semiolvidada galaxia de estrellas,

atrozmente heridas por la dolorosa arremetida de Marte,

atrapadas en la red enmarañada de Neptuno,

conmocionadas y desgarradas

por la súbita, tremenda violencia de Urano,

torturadas por los inteligentes embustes de Mercurio,

trituradas bajo el peso helado del severo, inflexible Saturno,

que prolongó cada hora transformándola en día,

cada día transformándolo en año,

cada año transformándolo en eternidades de espera,

chamuscadas y casi cegadas

por los estallidos de arrogancia y orgullo del Sol.

Como Eva y Adán, inmovilizadas e inermes, en lo más hondo llorábamos...

Igualmente luchábamos con implacable furia,

trocando golpe por golpe... impulsadas por el redoble

de las gigantescas, palpitantes pasiones de Júpiter,

y tropezamos en el precipicio de la tentadora demencia de la Luna,

para caer, al fin, trémulas de miedo,

ante la amenaza del ominoso silencio sepulcral de Plutón.

Consumidas por la pena inconsolable, y la desolación

de la angustia,

ostentamos

las heridas y cicatrices de la furiosa batalla

yo y mi alma gemela.

Pero ahora marchamos en sosegada paz

con todos nuestros fragmentos dispersos íntegramente

fusionados, cogidas de la mano..., completando el círculo de la serpiente,

de vuelta en el arco iris piramidal

del más radiante edén del mañana,

coronadas por la dulce Venus con la Victoria del Amor

que no murió,

sino que sobrevivió a la noche de la búsqueda egoísta

para aguardar el tierno perdón de la mañana

y el amanecer de la comprensión.

Linda Goodman

Parece ser que Neptuno es el lugar al que siempre queremos volver, es de este planeta de dónde venimos pues es el útero materno o cósmico. Venus por su parte personifica ese recuerdo maestro que enseña a relacionarnos, a encontrar esa alma de nuevo sin perder el foco. Disfruten el texto porque en verdad es maravilloso. Avanti.


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